«Adela, ¿siempre has sido tan ordenada?»

Esa es la pregunta que siempre me hacen cuando les digo a qué me dedico o vienen a casa.

Y yo siempre contesto, ¿comparado con quién?

Sí, siempre he sido ordenada. Desde niña ya era ordenada. Me da bienestar, seguridad y me hace feliz. Necesito el orden. Entiendo que vivir y trabajar un entorno ordenado hace la vida más fácil y agradable.

Es algo innato en mí. Como la persona a la que se le dan bien los deportes o es habilidosa con un instrumento o tiene oído para los idiomas. Tengo “ojo” para el orden. Es uno de mis hobbies favoritos . Disfruto buscado sistemas mejores.

Luego sí, soy ordenada. El problema es el matiz “TAN”.

Si me comparo con otras Organizadoras, soy normal. Si me comparo con lo que suele ser habitual, soy algo más ordenada. Y si lo mido con una persona caótica, soy excelente. Por eso respondo con esa pregunta.

Hay mucha gente ordenada y a todo el mundo le gusta el orden. Considero que la disyuntiva no está entre gente ordenada vs. desordenada, sino entre gente eficazmente ordenada vs. ineficazmente ordenada. O lo que es lo mismo: gente TAN ordenada.

Entonces sí. Soy TAN ordenada.

Desde luego no soy ninguna gurú ni poseo la “verdad verdadera” . Simplemente os doy las que , desde mi punto de vista, son las claves para ser “TAN” ordenada.

Soy organizada

Diferente a ordenada, pero se complementan fenomenal. No me vale con que las cosas estén en su sitio. Tienen que estar en el mejor sitio. ¿Qué significa eso?. Que sea fácil mantenerlo ordenado; que sea un sitio práctico y funcional; que me simplifique mi rutina. Por resumirlo, un Todo Incluído.

Mantengo el orden

Esa es otra de las grandes diferencias. Conozco gente muy ordenada de un día. Hacen un trabajo titánico, se dan una paliza increíble y después, en dos días, ¡puf! , vuelve a estar todo desordenado.

¿Merece la pena emplear todo ese esfuerzo y energía si somos incapaces de mantener ese trabajo?. Habremos malgastado algo tan valioso como nuestro tiempo. Para nada.

No es tan difícil realizar pequeños cambios en nuestros hábitos y rutina diaria para mantener ese orden. Cosas sencillas: hacer la cama, recoger la ropa sucia, tirar la propaganda… Lo comentaremos en otro post.

Invierto en orden

Y no me refiero a dinero, sino tiempo y neuronas. Entiendo que da pereza dedicar un tiempo al cambio de armario, o a ordenar los papeles de la casa, o a organizar digitalmente el ordenador del trabajo. Pero invierto en orden porque sus beneficios son inmediatos y duraderos. Y neuronas para crear el mejor sistema de organización. El mayor y más inmediato beneficio que gano es tiempo.

Amigo Espacio

Cuesta lograrlo, porque generalmente es el Enemigo Espacio. Pero lo he conseguido. Es mejor aliarse con él que entrar en un “Juego de Tronos”.

Debemos cambiar la mentalidad de lucha por la de Optimización: buscar la forma de sacar el mayor partido a ese espacio. Es el que es y no podemos estirarlo, debemos acomodarnos. Si caben 100, no empeñarse en meter 101. únicamente conseguiríamos abarrotar nuestro entorno.

Me deshago de cosas

Básico y fundamental. No soy una minimalista exacerbada ni similar, pero está claro que intento reducir el número de objetos. Cualquier clase de objetos. Desde ropa, pasando por documentos o incluso aparatos de todo tipo.

No se trata de tirar todas las cosas que no utilicemos. Mantenemos recuerdos y cosas simplemente porque nos hacen felices. Por supuesto. Siempre y cuando sea una cantidad controlada y permanezca ordenada.

Conclusión: entonces, soy perfecta, mi casa está de revista y todo es color de rosa. ¡¡En absoluto!!, ni lo pretendo. En mi casa hay personas que viven. Hay días en los que nada sale como pretendo. Armarios que parecen tener vida propia. Momentos en los que estoy cansada y miro para otro lado. Pero situaciones puntuales. Fácilmente reconducibles. Sin grandes complicaciones. Que no requieren mucho esfuerzo.

Porque al final, todo esto tiene un objetivo final:

SIMPLIFICAR MI VIDA

Me encantaría conocer vuestra opinión.

Gracias por acompañarme.

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